martes, 25 de enero de 2011

Conversación en Don Lucho o el inicio de una maratónica sesión de desahogo

Desde la puerta de La Fábrica Tito mira la avenida, sin amor: el cielo sin estrellas con nubes negras que ocultan la luna, los edificios inmensos y sus chimeneas igual de inmensas, los anuncios publicitarios ofreciendo la salvación para los atrasos menstruales, las aceras empolvadas. La calle oscura y desierta, y Tito camina rumbo a las vías del tren mientras piensa que tal vez se demoró mucho dándose una ducha, pero era necesaria luego de la ardua jornada de trabajo, el frío le relajó los músculos. Camina lento, pasa las vías del tren, la vegetación marchita. Fue un camino solitario, piensa, estas solo y jodido, Tito. Solo y jodido.


-¿Por qué escribir? -pregunta, en el Bar Don Lucho, Kevin Castro.


Llega a la tienda del Tío Chumpitaz, la señora Goyita en la puerta vendiendo anticuchos: seño, me lleva una porción a la mesa, Quispe paga. Entra, espera que su vista se adapte a la oscuridad, entre el humo de los cigarrillos los reconoce, se acerca lento. Tio Chumpi alcánceme una silla y un vaso, el grupo lo recibe: ¿qué pasó, Manos de Niña, por qué demoraste tanto en la ducha, estabas usando reacondicionador? Tito los ignora como aprendió a hacerlo desde el primer día que se estrelló con el puesto de proletario en la Fábrica. Enciende un cigarrillo, golpea fuerte, espera que Chumpitaz llegue con la silla y el vaso, se sienta y empieza con la cerveza. Es hora de desahuevarlos, piensa y sigue con la cerveza. Quispe entusiasmado comienza a recitar las aventuras que tendrían para esa noche, claro que a cada uno le iba a ir descontando seis cervezas y los anticuchos, luego lo que se gaste en las polillas. Goyita trae una fuente inmensa de anticuchos y Quispe se apresura: Tito, te las voy descontando. Y el grupo también se apresura: manos voladoras atacan la fuente y la dejan limpia. Tito, sobre todo, se apresura con la cerveza, voltea y dice: Quispe, te equivocas, ya tengo planes. Y una mano veloz, furtiva se aproxima al bolsillo de la camisa de Quispe, arrancha un fajo de billetes. Tito separa su sueldo, y el del grupo luego echa unos billetes a la mesa y victorioso exclama: ¡Hoy Quispe paga! Sus camaradas aplauden: Manos de Niña, hoy ganaste un punto con nosotros... desde ahora serás Manos de Señorita. Quispe humillado: Tito, es mejor que ni te aparezcas el lunes. Pero ya es tarde, Tito está en la puerta y no puede escuchar los berridos de Quispe. Las piernas temblorosas y doloridas, Tito camina lento, piensa: igual me llamaran, no creo que le sea fácil encontrar alguien dispuesto para este trabajo, nadie aceptaría que lo negreen tanto. Charapita se le acerca para ofrecerle un trago y compañía, lo siento, Charapita, soy heterosexual.


-Para inventarme algunas putas que me chupen la pinga -responde Jhonny García.


Tito vuelve sobre sus pasos, las vías del tren por donde nunca lo vio pasar, por donde se sentaba con ella a esperar. Qué lejos quedaron esos días, Tito, qué lejos. Y sigue con su camino, tan solo como siempre, tan solo como nunca. Por lo menos antes tenías quien te acompañe. Incondicional: Jaqui estaba a tu lado...


- Cito: Purgaré en un poema todos... todos mis sufrimientos -dice Tito


Al llegar a la avenida Argentina presencia como la ciudad se despierta en algarabía a las 8 de la noche. Fría y jodida noche de verano, recuerda: dos locos caminando de las manos, escapando del caos de la ciudad, engañados por el espejismo del amor. Pero era invierno, tito, era invierno, las estaciones pasan y sigues jodido, Tito, ya es hora de que te recuperes, Tito. El parque de Lima es un buen lugar para soñar, piensa mientras ve a centenares de obreros abandonando las fábricas. Sube a la primera combi que ve pasar, las piernas le duelen demasiado como para soportarle el peso mucho tiempo. Un viaje que dura poco, baja en Las Nazarenas y él echa a andar, despacio, hacia la Colmena. Pasa Emancipación, pasa el Metropolitano, aquel tranvía que escapa lento... A cada chanchito le llega su hora, piensa.



-Escribe, Tito, escribe. Por lo menos lograras entretener a los amigos -el señor Vargas, pide un pan con jamón a Ciro-. Ahora te cito: Hay, hermano, muchas cosas por recordar...


Desde una mesa del segundo piso, el señor Vargas lo ve entrar. Tito saluda a Ciro y sube las escaleras. Recibe las acostumbradas quejas a su impuntualidad: sí, esta mala suerte la mía de llegar tarde siempre a todo. Recibe, también, las quejas respectivas a su falta de originalidad: Te estas volviendo un esnob. Tito enciende un cigarrillo, ella odiaba el tabaco, le ofreció uno, ella se negó aquella vez, como siempre lo haría. Prefiero morir de cirrosis que de cáncer, suelta el señor Vargas, además fumar causa impotencia. ¿Encontrarías diferencia a tu estado actual, querido Abraham?, ataca Tito.


-Te estas evadiendo -replica Kevin Castro-. Te evades, no sé cómo explicarlo, pero en lo personal, pasa que la música de Yann Tiersen o las pinturas de Van Gogh... osea te transportan a otro mundo, mundos geniales y eso me seduce y sé que a mucha gente también y si no es así que se jodan... -y kevin castro rompe vasos, rompe botellas, todo rima cuando hay rock and roll- Pero, en cambio, a mi me causa repulsión la idea de saber que son sólo mundos posibles: la vida real nunca será como La Dispute de Tiersen ni como La terraza de Arles de Van Gogh... Tito, estamos jodidos, Tito...


La vejiga que va a explotar, Tito baja las escaleras y se dirige al baño, choca con unas cuántas personas en el camino, disculpe, disculpe. En el camino, también, desafortunadamente, alguien lo reconoce, ¡Ay Tito!, y la vejiga que cada vez está más cerca de explotar, qué es de tu vida, Tito, date una vuelta por casa. Sí, claro como no. Por fin, el desquite al final del camino: la vejiga se libera. Al salir del baño, Tito observa la entrada: dos jóvenes mirando hacia él, temiendo entrar al bar, al final se irían juntos tomados de la mano, Tito, ellos se irían juntos, como ella y tú lo hicieron en algún momento, marcharían a algún cuartucho en la azotea de un viejo edificio comercial, Tito, sí, al que en una falta de originalidad, o abundancia de descaro, llamaran el rincón cerca al cielo, Tito, cómo tú y ella alguna vez lo llamaron. Pero Kevin Castro y Jhonny García entran por esa misma puerta donde tienes la mirada fija, Tito, entran y te saludan. Te interrogan por tu silencio, se aburren de ti y suben las escaleras.


-Ahí hay dos fantasmas, sólo que ustedes no pueden verlos.


-Así que al final te animaras con el blog-novela.

-Estaría bien como un ejercicio de estilo.

-Por qué no pruebas con García Márquez, él siempre te gustó más.


Tito, piensa, seca el vaso de cerveza, se limpia la espuma, recuerda, sirve otro vaso, Tito, pero sobre todo recuerda, ahora son fantasmas mirando de alguna parte, esperando ser recordados, Tito...


Muchos años después, frente al vaso de cerveza, Tito habría de evocar aquella tarde remota en que Pierre lo llevo a conocer a Jaqui...

5 comentarios:

  1. Tito! estamos jodidos! estamos hasta la coronilla con los ejercicios y con encontrar un estilo...Mejor miremos las flores y sonriamos.

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  2. Siempre llegarás tarde, no pues la vida nunca será como La Dispute de Tiersen, que nos queda Tito... soñar, recordar,tomar,besar,y tratar de disfrutar todo lo que podamos.
    mucho floro.
    Ya sabes NO tienes permiso.

    Charito.

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  3. Tito,

    ¿por qué crees que la juventud y sus sueños (frustaciones, decepciones, sueños, aspiraciones, contradicciones, etcétera) puede ser literariamente interesante? ¿Por qué eres un joven con sueños (frustaciones, decepciones, blah, blah) con retórica y virtud literaria?

    ¿No está bastante chancada y machucado todo eso?

    No sé, Tito, vale igual. Abrazos,
    Jorge

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  4. ¿No es tambien acaso utopico e ideal por no decir bastante manoseado los "grandes relatos" donde ya nos es predecible un final aleccionador y feliz? Ahora lo que nos hace falta es poetizar la cotideanidad, pero con nuevos aires, si es que eso implique hacer uso del descarado pastiche...Tito, el trabajo es arduo pero finalmente gratificante, mas adelante seras juzgado por tu prosa, no por la critica hiper-abundante que existe en el rubro...¿que es ser literariamente interesante? aun no lo se, pero si alguien lo sabe...avisenme cuando antes, para dejar de escribir lo que debamos escribir...

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  5. Hola Abraham,

    imagino que tu comentario tiene relación con mi comentario anterior. Así que, sin ánimo de polemizar (aunque si así fuera no tendría, tampoco, nada de malo), van la respuesta, bastante obvia por demás.

    Los "grandes relatos" dejan de serlo cuando los finales son predecibles, y mucho más cuando son aleccionadores y felices. ¿Felices? Dudo, dudo muchísimo, que un buen relato tenga un final feliz. Pienso en un gran escritor (tengo mala memoria) que tenga en sus cuentos finales felices y no lo encuentro... ¿tú si?

    Poetizar lo cotidiano: Totalmente de acuerdo. Aunque no es nada nuevo bajo el llano, estoy de acuerdo con lo que dices.

    Creo que nadie escribe, si se precia de hacerlo con amor y honestidad, con pretenciones "literarias interesantes". Creo que la verdad, la ética de la literatura vamos, nace de un trabajo personal, intenso, sincero y en total espaldarazo a la crítica, muy habituada, por demás, a descalificar todo a diestra y siniestra. Salvo, claro está honrosas excepciones. Así que Abraham, no te preocupes por saber qué puede ser "literariamente interesante". Just do it, dirían los gringos, también el grunge de los noventa, incluso Ramones (como el polo que llevas).

    Siendo estudiantes podemos escarbar el subtexto y también podríamos encontrar lo "interesante" en un texto. Entiéndase innovador, transgresor, motivante; pero, me da flojera. Un abrazo,

    Jorge

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